jueves, 26 de agosto de 2010

Vivencia: La Montañita Encantada @ Jardín de los Niños

> Fecha: VIERNES 20 DE AGOSTO 2010
> Lugar: JARDIN DE LOS NIÑOS
> Asunto: RELATO SOBRE EXPERIENCIA VIVENCIADA EN "LA MONTAÑITA ENCANTADA", "INSTALACION: LEONARDO EL INVENTOR" Y "LAS MÁQUINAS DE VOLAR, TREPAR Y SONAR".
> Texto + foto por: MARIA ALEJANDRA MENDOZA


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En el Jardín de Los Niños los pájaros juegan a las escondidas y a la mancha…

El equipo del tríptico habla mucho en el idioma de los pájaros y al vernos a nosotros, nos recibieron como si fueran fuegos artificiales…

Antes de recorrer los diferentes espacios, nos describieron cada uno que como parte del tríptico están atravesados por diferentes lenguajes, la poética, el arte, el diseño la creatividad nos invitan a ser intervenido desde lo lúdico. Comenzamos por un espacio dedicado a la mecánica: la máquina de sonar. Una gigantesca construcción con escaleras que nos acercaban a elementos sonoros que nos invitaban a manipular y la música mezclada con nuestras risas se hizo sentir. Varios toboganes nos permitían deslizarnos bajar para volver a subir y seguir ejecutando como nos parezca cada objeto sonoro.

El espacio de la invención: una cabaña con techo de tejas rojas y varias ventanas por donde se dejaba ver un interior iluminado con muchos elementos en tonos ocres.

Una máquina con una rueda grande que giraba por el efecto de un chorro de agua que le caía; se observaba desde las ventanas externas una fosa y una escalera caracol, en el fondo el agua la oscuridad y la fantasía de pensar en los castillos, dragones, caballeros y princesas.

Al ingresar nos encontramos con un taller dedicado a Leonardo Da Vinci, el renacimiento, el hombre centro del mundo, las preguntas que nos permiten pensar nuevas preguntas. La creación de máquinas, el estudio de la naturaleza de los pájaros para poder inventar una máquina de volar.

La máquina de saltar, dos bergantines grandes, confeccionados con redes dispuestos a modo de llegada y partida. Nos colocamos cascos y subimos en grupos trepar y saltar el movimiento de los compañeros hacía mecer las redes, las risas, la alegría, la brisa en la penumbra de la noche hicieron una fiesta de experiencias fantásticas.

El espacio mítico la montañita, la consigna: agudizar los sentidos, observar, escuchar, tocar diferentes texturas, oler. Comenzamos a subir y entre las piedras una llama que danzaba e iluminaba la noche, se escuchó una voz desde el fuego que nos invitaba a entregar nuestros sueños para que sean fundidos y elevados. Un ritual de antiguas tribus que se ofrecía con generosidad. Al seguir caminando descubrimos un árbol que nos dijo que hacía mucho tiempo que vivía ahí y guardaba muchos recuerdos.

Las sombras, las pequeñas luces de las antorchas, el aroma a tierra, vegetación, se mezclaron con el sonido del agua que a nuestro paso nos mojó purificando nuestro andar. Llegamos a un espacio que -en el centro a modo de caracol- tenía una leyenda, nos sentamos en círculo y las voces se unieron para nombrar lo que estaba escrito en la piedra. Las palabras circulaban, los gestos se hicieron presentes y las voces fueron una para nombrar con fuerzas el nosotros. Creamos música acompañando con palmas. Sólo quedaba un desafío: subir a la torre para descubrir el secreto de la montaña. Una escalera circular nos llevó alto, nuestras miradas estaban cerca del cielo y ese era el secreto: buscar en lo alto.

Al descender nuevas voces nos guiaron hasta una roca que secretamente nos hablaba de descubrir en un recinto la posibilidad de vernos diferentes, espejos que nos reflejaban altos, gordos, flacos.

Siguiendo los caminitos, un puente que dejaba ver con tenues luces un humo que ascendía hacia arriba. Encontramos la salida, pero nuestras huellas quedaron grabadas en la piedra, nos despedimos llevándonos la magia de la montañita.-

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